Destrucción o transformación del empleo

Por Patricia Luna Arredondo

Integrante del Comité Técnico Nacional de Capital Humano del IMEF
patricia@calimeria.com

Actualmente consideramos que tenemos una amenaza frontal en el mercado laboral, un futuro sin empleo a consecuencia del desarrollo tecnológico y la oleada de la automatización, sin embargo, hay que entenderla como una gran oportunidad para desarrollar una nueva y diferente relación entre el ser humano y la tecnología, en donde la tecnología ya no será una herramienta para que el ser humano cree valor, productividad y competitividad. Ahora, tanto el ser humano como la tecnología pueden ser dependientes, parcialmente independientes, o tan autónomos e independientes uno del otro, en una relación que quizá hoy no la podemos ni imaginar.

En la historia reciente es fácil darnos cuenta que vivimos una transformación del empleo a consecuencia del desarrollo tecnológico, un ejemplo claro de esto fue cuando a finales de los años 80’s aparecieron las primeras computadoras personales y el advenimiento de los softwares de oficina, que ayudaron a hacer cartas, a organizar datos y hacer cálculos, a enviar y recibir correspondencia, a organizar las actividades de los equipos de proyectos, entre otros. Algunos podemos recordar que en esos días, el puesto de capturista prácticamente desapareció porque otros puestos asumieron ese trabajo como parte de sus funciones y el puesto de asistente personal se transformó porque ya no era necesario tomar el dictado de los memorándums y luego pasarlos a la máquina de escribir, sacar copias y entregarlos, tampoco era necesario tomar por escrito los recados de todas las llamadas debido a que aparecieron los conmutadores telefónicos con la posibilidad de dejar recados de voz.

Esto reflejó por muchos años que los trabajos rutinarios fueron los más vulnerables a ser reemplazados o transformados por los avances tecnológicos, sin embargo, estamos empezando a ver que aquellos trabajos de alta predictibilidad o que implican una toma y análisis de datos para su interpretación, no importando qué tan complejos sean o qué tanto entrenamiento requieran, son ahora susceptibles de ser realizados por computadoras o robots; tenemos por ejemplo el caso de cirujanos, radiólogos y analistas financieros, no pasará mucho tiempo en que serán desplazados por la tecnología. En contraste, se prevé que aquellos trabajos que requieran el uso de la creatividad, de la intuición, de la percepción y de la inteligencia social (relacionamiento), solo podrán ser desempeñados por seres humanos. Este es el reto, identificar que nuevos trabajos se empezarán a realizar y que competencias se necesitarán para empezar a actuar.

La OCDE en su informe “Creación de empleo y desarrollo económico local”, afirma que cerca del 40% de los empleos tienen el riesgo de ser automatizados en algunas regiones del mundo. Por su parte, Martin Ford, estudioso del impacto de la inteligencia artificial y la robótica en la sociedad y la economía, menciona en su libro “El ascenso de los robots”, que “si no reconocemos las consecuencias del avance tecnológico y no nos adaptamos a ellas, puede que acabemos por enfrentarnos a una tormenta perfecta, en la que los impactos de la creciente desigualdad, el desempleo tecnológico y el cambio climático, se sentirán de manera simultánea, amplificándose y reforzándose entre sí”.

Por lo anterior, y dado el advenimiento de la 4ª. Revolución Industrial, que surge a consecuencia del desarrollo tecnológico y en donde la inteligencia artificial, el big data, la robótica y la automatización son fundamentales, el IMEF exhorta a que las empresas inicien actividades concretas para ir preparando a sus colaboradores en las habilidades y competencias que serán necesarias en el futuro prácticamente inmediato.

Si se quiere pensar y actuar como en el viejo estilo, de desvincular a quienes no están preparados para enfrentar los nuevos retos y reemplazarlos por personas más jóvenes, será una estrategia fallida, puesto que los más jóvenes tampoco estarán preparados y no tendrán como hoy se ve, desarrollada la tolerancia a entornos basados en la incertidumbre y a las culturas organizacionales, por lo que es prematuro asegurar, pero quizá no sea muy errado del todo, que la captación del talento nuevo no dará los resultados que se desean en lo que en su momento sería el plazo.

De todos modos, es altamente probable que todos los colaboradores sean reforzados en sus habilidades y competencias al momento de enfrentar los retos de adopción o adaptación tecnológica. Entonces, ¿por qué no hacer un plan estratégico de transformación paulatina del trabajo en las organizaciones, partiendo, por ejemplo, de los nuevos modelos de negocio digitales?

Para el IMEF es una buena apuesta para las empresas, apuesta que redundará en un México más competitivo, con talento mejor preparado y que podrá responder a los retos futuros, en su momento.

ARTÍCULO PUBLICADO ORIGINALMENTE EN EL UNIVERSAL.

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